
Rai Benjamin ha pasado toda su vida entre dos mundos. En la pista, es uno de los vallistas de 400 metros más rápidos de la historia, pero sus equipos de relevos 4x400 metros también han protagonizado algunos de los momentos más memorables en la historia estadounidense. Sin ir más lejos, en el relevo del año pasado en París, Rai firmó una última posta de 43,13 segundos y resistió el duro ataque final del equipo de Botsuana. Viste con orgullo la camiseta de Estados Unidos, pero también se siente profundamente orgulloso de ser hijo de inmigrantes de Antigua que construyeron su vida en el Bronx. Rai competirá en los 400 metros vallas en Tokio para conseguir su primer título mundial. Pero su forma de competir está moldeada por una combinación de individualidad y espíritu de equipo, así como por sus raíces caribeñas y su reconocimiento como estrella estadounidense. A continuación, Rai habla sobre su faceta como atleta, el descubrimiento que marcó su invicta temporada 2024 y por qué valora el equipo por encima de todo.
Desde muy pronto, pude experimentar lo que hace especial al atletismo tanto como deporte individual como colectivo. Cuando tuve la edad suficiente para competir en la escena internacional, corrí por Antigua en el campeonato mundial juvenil de atletismo celebrado en Ucrania. Fue una gran experiencia en general, pero ahora sé que me faltaba compañerismo con el equipo. Me fijé en que en el equipo de Estados Unidos estaban muy unidos y se lo pasaban muy bien. Me di cuenta de que esa no era mi realidad. Y allí estaba yo, con 15 años, solo en una habitación de hotel en un país extranjero. Cuando es tu primera vez en una gran competición, tener compañeros que están pasando por lo mismo que tú mientras compites individualmente es muy importante.
Fue ese sentimiento de equipo lo que me llevó a solicitar competir para el equipo de Estados Unidos. Todos mis amigos competían para EE. UU. y yo quería ser parte de eso. El proceso fue largo. Pasaron dos temporadas universitarias completas antes de que me aprobaran el cambio. Recuerdo exactamente dónde estaba cuando recibí la noticia. Estaba en una clase de español, a las 8 de la mañana. Horrible. Todos se estaban quedando dormidos. De repente, me llegó un correo electrónico: se me había concedido el cambio de nacionalidad deportiva. Representar a Antigua y a Estados Unidos han marcado mi trayectoria. Competir por el país de origen de mi familia me colocó en un camino que supondría un antes y un después en mi vida, tanto a nivel deportivo como personal.
Viajar de Nueva York a Los Ángeles para ir a la universidad fue como pasar de la noche al día. Al salir del aeropuerto de Los Ángeles y subirme al coche, vi por primera vez autopistas de seis carriles. Siempre hacía sol, no había nubes en el cielo, encontrabas una hamburguesería en cada esquina. Parecía una vida sacada de la televisión. Luego llegué a la pista y me encontré a chicos haciendo tiempos de 45 segundos en los 400 metros y de 3:15 en los relevos. Pensé: "Madre mía, esto es otro nivel de atletismo. Me considero muy de la Costa Este, pero estaba listo para experimentar el cambio cultural, como cuando llegué a la Universidad de California (UCLA) y luego a la Universidad del Sur de California (USC), porque sabía que me haría crecer como competidor.
Los y las atletas tienen suerte si logran una temporada buena que defina su carrera. Tener dos es aún más raro. La temporada 2024 fue especial para mí. Terminé invicto en las vallas, conseguí dos veces el mejor tiempo del mundo y el relevo 4x400 en París fue una de las carreras más locas en las que he participado. Pero esa temporada 2018 en la USC fue mágica. Mis tiempos al aire libre fueron rapidísimos, y el equipo de relevos 4x400 (Michael Norman, Ricky Morgan y Zach Shinnick) era increíble. Pero lo que realmente me transformó como atleta fueron los años entre esas dos temporadas, esos seis años en medio. Fueron los más duros de mi carrera, llenos de lesiones. Algo tenía que cambiar. Fui a ver a la entrenadora Joanna Hayes antes de mi temporada 2024 y le dije: "Mira, este año solo quiero divertirme. No quiero pensar demasiado en nada. Quiero competir, no lesionarme y disfrutar de nuevo en la pista". Así que Hayes, que es una grandísima entrenadora, se sentó con mi otro entrenador y diseñaron un plan para la temporada. Fue como si se hubiera activado un interruptor dentro de mí que me hubiera vuelto a hacer sentir yo mismo.
"Competir por el país de origen de mi familia me colocó en un camino que supondría un antes y un después en mi vida, tanto a nivel deportivo como personal".
Rai Benjamin
Volví a disfrutar de estar en la pista cuando aprendí a soltar lo que no podía controlar. Solo puedes prepararte hasta cierto punto: entrenar bien, estar presente y aceptar cuando ya has hecho suficiente. Me gusta decir que 2024 fue mi temporada de rendición.
Saber cuándo decir que no es una de las decisiones más importantes que tomas como atleta. He tenido dos momentos muy claros en mi vida. Uno fue cuando decidí no correr en el Prefontaine Classic de 2024. Tenía una lesión recurrente en el cuádriceps que empezaba a empeorar. Recuerdo perfectamente decirle a mis entrenadores y a mi agente que si corría en el Pre, tiraba por tierra el resto de la temporada. Tenía la mira puesta en París ese verano. Sabía que estaba poniendo en riesgo una medalla si me forzaba a competir en Eugene con ese dolor. Y tengo que agradecerle a todo mi equipo que me apoyara, porque pude darle tiempo a la pierna para recuperarse. Cuando competí en julio en Mónaco me di cuenta de que había tomado la decisión correcta. Esa victoria me llenó de confianza para París.
A menos que hayas corrido un relevo, no sabes lo especial que es correr para tus compañeros de equipo. Esa medalla de relevos 4x400 en París significa más para mí que mi oro individual. Los cuatro corríamos los unos por los otros. Corríamos por todo el país. En cuanto recibí el testigo como ancla, escuché el ruido más ensordecedor que había oído nunca en un estadio. Llegué a la recta de meta con el último aliento, no me guardé nada. Le pedí a Dios que me diera fuerzas para acabar. Recuerdo cruzar la línea y sentirme eufórico. Los compañeros estaban superfelices, la gente se volvió loca. Fue una de las cosas más duras que he hecho en mi vida.
Ahora estoy más fuerte mentalmente que nunca. Mi victoria en la competición nacional de EE. UU. fue un gran ejemplo de cómo he madurado como corredor. Tenía a Caleb Dean en el carril exterior y salió disparado como si lo hubieran lanzado de un cañón. Pero ya he competido muchas veces contra atletas como él. Sé exactamente cómo abordan la carrera. Sabía que Caleb iba a atacar fuerte las primeras seis vallas. Normalmente, a partir de la séptima ya veo si alguien va a poder mantener el ritmo, y supe que podía alcanzarlo. Esa es la madurez de la que hablaba. Confío en mi experiencia y en mi estrategia de carrera, así que no me dejo desestabilizar por lo que haga un rival. Ya no dudo de mi táctica como lo hacía cuando era más joven.