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La boxeadora Cindy Ngamba está lista para luchar hasta el final

  • 20/5/2024
Cindy Ngamba at a boxing gym throwing a left jab at a swinging punching bag.

La boxeadora Cindy Ngamba recuerda la primera vez que combatió contra un colega de entrenamiento en su club de boxeo de origen en la ciudad inglesa de Bolton. Tenía 18 años. Su contrincante, un boxeador de gran envergadura, cogió impulso hacia atrás y le propinó a Cindy un gran revés que la lanzó al suelo. Ella se levantó y se puso los puños en la cara. "Buen golpe", dijo a través de su protector bucal. El entrenador del gimnasio, Dave Langone, lo vio todo desde fuera del ring. "Esta chica está loca", murmuró para sí mismo. 

Seis años después, Cindy ya ha ganado tres veces el campeonato nacional del Reino Unido en tres categorías de peso diferentes. También forma parte del Equipo Olímpico de Refugiados, un grupo de 33 atletas de todo el mundo que competirá en París sin país oficial de acogida. Cindy nació en Camerún. Con 11 años se mudó a Reino Unido en busca de un futuro mejor. No hay contratiempo que le arrebate a Cindy su lugar en el ring, porque el deporte significa para ella mucho más que los títulos. Mientras se prepara para París, Cindy nos habla de su gran determinación, su comunidad formada por personas de todo el mundo y su inquebrantable confianza.

Represento a los millones de refugiados en el mundo que forman una gran familia. Yo, principalmente, me identifico con el equipo de refugiados. Los 33 atletas que competiremos en París tenemos que ir a luchar por nuestro sitio, como hemos hecho siempre. 

Los deportes de combate tienen unas características únicas comparados con otros deportes. Uno de los aspectos que hace diferente al boxeo es la necesidad de acostumbrarte a mover tu propio cuerpo mientras contrarrestas los movimientos del contrincante que tienes enfrente. Debes habituarte a la dinámica de tu cuerpo contra el suyo. Por eso los combates de entrenamiento son una de las herramientas más importantes que puedes usar en el boxeo. 

A veces los mejores entrenadores o entrenadoras son aquellos capaces de cambiar de opinión. Mi entrenador actual, Dave Langone, es el mismo entrenador con el que empecé mi carrera. Al principio, no creía en el boxeo femenino. Ahora que me ha visto cosechar tantos éxitos en mi carrera, no solo cree en el boxeo femenino, también sabe que está entrenando a la mejor boxeadora del mundo. 

Los contratiempos puntuales pueden ser una ventaja. Ser la única mujer de mi gimnasio es algo a lo que siempre he estado acostumbrada. Cuando empecé a boxear en Bolton, los entrenadores me decían que lo único que podía hacer era comba o boxeo de sombras a un lado del ring; no creían que pudiese aguantar un combate de verdad. Estuve haciéndolo así durante casi tres años. Una vez que demostré lo que valgo, fui parte de la comunidad. De hecho, notaba que estar rodeada de hombres me hacía más fuerte tanto mental como físicamente. 

El boxeo es un deporte individual, pero se practica en comunidad. Conoces a gente nueva de todas partes del mundo, contrincantes internacionales de diferentes países que acaban siendo tu familia. Aprendes sobre otras tradiciones, otras culturas y otros idiomas.

"[En París], represento a millones de refugiados en el mundo que forman una gran familia".

Como atleta, tienes que tener unos hábitos que te ayuden a volver a poner los pies en la tierra. Uno de mis rituales durante las competiciones es llevar calcetines de dos colores diferentes. La gente tiene un problema con eso de ponerse cosas raras. Yo empecé a llevar dos calcetines diferentes para molestar, por diversión [carcajada]. Pero lo seguí haciendo porque me di cuenta de que soy ese tipo de persona a la que le gusta ponerse lo que quiere sin importarle lo que piensen los demás. Ahora mis calcetines son mi amuleto de la suerte. 

Ganar se consigue haciendo pequeños ajustes. El año pasado, en los Juegos Europeos de Polonia, acabé en segunda posición. Estaba muy orgullosa de cómo competí, pero no solo por haber conseguido medalla. En mitad de uno de mis combates, me di cuenta de que pensaba demasiado en mi técnica; no dejaba que mi cuerpo fluyese o se relajase. En ese momento ganar supuso dejar que mi cuerpo tomase el control. Entendí que necesitaba cambiar un poco mi forma de ver las cosas para triunfar.

La victoria es la recompensa por todo tu esfuerzo. Es el premio que recibes después de derribar muchas barreras y ver la luz al final del túnel.

Quiero que la siguiente generación sepa que escuchar es clave para triunfar. Escucha a las personas que te entrenan cuando te digan algo y no actúes como si lo supieras todo. Ni siquiera el mejor del mundo lo sabe todo. 

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